jueves, 26 de abril de 2012

La fábula del planeta tierra


En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistema solares, hubo una vez un astro en el que  animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”; pero, a fin de cuentas, un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuán estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía...

miércoles, 11 de abril de 2012

Niñooooos….. niñoooooos: "La Noche del Cazador". Películas grandes e imprescindibles para un gran público: Cine en al Aula.

Continuamos el viaje que estamos realizando por la Historia del Cine en la clase de plástica con este clásico: “La Noche del Cazador”. Una película terrorífica, protagonizada por un actor muy carismático y dirigida por otro grandísimo actor: Charles Laugthon. La bondad y la maldad se encuentran en todo ser humano, pero la clave que permite decidir por uno u  otro camino... se encuentra en...; “LOVE” y “HATE” tatuadas en sendas manos y un terrorífico, niñooooooos, niñoooooos…. que nunca olvidaréis. Espero que esta sea una experiencia inolvidable y aprendáis cual es el material del que están hechas las cosas. Por lo demás ya escribiré otras entradas sobre la películas que vimos los últimos días, una vez entregadas la notas, por uno de los padres del cine, Murnau, y que vimos:  Nosferato; así como otro de los enfant terribles (niños terribles) del cine: Spielberg y su primera película sobre Indiana Jones. 



martes, 10 de abril de 2012

Poesías de Rubén Darío: "Letanías de Nuestro Señor Don Quijote" y "La princesa está triste"





A Navarro Ledesma

Rey de los hidalgos, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...

¡Caballero errante de los caballeros,
varón de varones, príncipe de fieros,
par entre los pares, maestro, salud!
¡Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes,
entre los aplausos o entre los desdenes,
y entre las coronas y los parabienes
y las tonterías de la multitud!

¡Tú, para quien pocas fueron las victorias
antiguas y para quien clásicas glorias
serían apenas de ley y razón,
soportas elogios, memorias, discursos,
resistes certámenes, tarjetas, concursos,
y, teniendo, a Orfeo, tienes a orfeón!

Escucha, divino Rolando del sueño,
a un enamorado de tu Clavileño,
y cuyo Pegaso relincha hacia ti;
escucha los versos de estas letanías,
hechas con las cosas de todos los días
y con otras que en lo misterioso vi.

¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol,
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!

¡Ruega por nosotros, que necesitamos
las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel! Pro nobis ora , gran señor.
(Tiembla la floresta de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hamlet te ofrece una flor)

Ruega generoso, piadoso, orgulloso,
ruega casto, puro, celeste, animoso;
por nos intercede, suplica por nos,
pues casi ya estamos sin savia, sin brote,
sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,
sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios.

De tantas tristezas, de dolores tantos,
de los superhombres de Nietzsche, de cantos
áfonos, recetas que firma un doctor,
de las epidemias de horribles blasfemias
de las Academias,
líbranos, señor.

De rudos malsines,
falsos paladines,
y espíritus finos y blandos y ruines,
del hampa que sacia
su canallocracia
con burlar la gloria, la vida, el honor,
del puñal con gracia,
¡líbranos, señor!

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos,
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...

Ora por nosotros, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
¡qué nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón!

[Madrid, abril de 1905]